Ruta

Preámbulo

Antes de iniciar nuestra estación de penitencia, recobrando una antigua tradición de las añejas celebraciones de Semana Santa en Lucena, se va a dar lectura al llamado Pregón de la Sentencia de Nuestro Señor Jesucristo, Cristo del Amor, nacido de la virginal entraña de María Santísima de la Paz. Realizará la lectura, don Ricardo Moreno Gómez.

A continuación de dar lectura a la justicia de los hombres, se realizará la piadosa lectura del Pregón del Ángel, con su justicia divina, que realizará la Srta. Araceli Pérez López.

Y con el rezo de un Padrenuestro, dará inicio la estación de penitencia de esta hermandad por las calles de Lucena.



"Ruego silencio para escuchar lo que ocurrió en Jerusalén, en el año décimo sexto del emperador de Roma Tiberio César."

Pregón de la sentencia

Ésta es la justicia que manda hacer y obedecer el adelantado Poncio Pilato, Gobernador de la Baja Galilea, representante del imperio romano en Jerusalén, dentro del palacio de Lardú:

Juzgo, sentencio y pronuncio y condeno a la pena de muerte a Jesús, llamado por la plebe el Nazareno, galileo, hombre de la ley Mosaica, sedicioso y contrario a la ley de nuestro Senado y del Gran Emperador Tiberio César, y decido que sufrirá dicha pena de muerte sobre cruz, fijado con clavos a usanza de reo, como culpable de haber congregado a muchas gentes, ricas y pobres, no ha cesado de remover tumulto por toda Judea, titulándose Hijo de Dios y Rey de Israel, amenazando con la ruina a Jerusalén y al templo sagrado, negándose a pagar tributo al César y por haber tenido el atrevimiento de entrar con ramos y triunfos con gran parte de la plebe dentro de la misma ciudad de Jerusalén y su sacro templo.

Por tales razones, mando al primer centurión, llamado Quinto Cornelio, que conduzca públicamente a Jesús a la vergüenza ligado, así como está, azotado por mi mandamiento, y vaya en medio de otros dos ladrones homicidas por todas las calles públicas, después de haber sido coronado de espinas, llevando la cruz sobre sus hombros, para que de esta manera sirva de escarmiento a malhechores.

Asimismo mando por ésta, mi sentencia, que después de haberlo traído por todas las calles públicas lo saquen de la ciudad por la puerta que ahora llaman Antonina y todos irán hacia el monte Calvario, donde se acostumbra a ejecutar y hacer la justicia con los malhechores y facinerosos, y allí fijado y crucificado en la propia cruz que lleva, quede su cuerpo colgado entre los otros dos, y sobre la cruz y en lo más alto de ella, sea puesto el título de su nombre en las tres lenguas que ahora se usan y conviene a saber: hebrea, griega y latina y que en cada una de ellas y en todas diga: “Éste es Jesús Nazareno. Rey de los judíos”, para que todos lo entiendan y sea conocido.

Y mando que ninguna persona, bajo pena de pagar con su vida y sus bienes, de cualquier estado, clase o condición, ose temerariamente en oponerse e impedir esta sentencia por mí mandada hacer, según los decretos y leyes romanas y hebreas. Y para que sea escarmentado de su malicia mando que en Jesús Nazareno se haga esta justicia porque quiso liberar y prestó levantarse con Judea y todo su reino. Yo, Poncio Pilato, Juez y Gobernador de la Baja Galilea, el que firmo y sello esta sentencia.


¡Quién tal hizo, que tal pague!


Pregón del Ángel

“Digo y mando por el Eterno Padre que creó los cielos y la tierra, para su Unigénito Hijo Jesucristo, a quien con sólo invocar su dulce nombre tiemblan todas las potestades infernales, doblan las rodillas los ángeles celestes, muera en la cruz en medio de dos ladrones, no por sedicioso, ni embustero, ni por no querer pagar el tributo al césar; sí por bueno, por justo, por Santo, por el estimado amor que le ha tenido al hombre. Carga ya, dulcísimo Jesús mío, con la cruz sobre tus hombros y camina hacia el Monte Calvario; acaba y expira tu mortal vida sobre la cruz, sacia ya el amor que le has tenido a tus hijos de Adán para que con tu muerte se abran las puertas de la gloria, que ellas por nuestras culpas se habían cerrado. Quién tal hizo, que tal pague.”



Acompañemos al Cristo del Amor y a su Madre, la Santísima Virgen de la Paz, camino del Calvario, con devoción y recogimiento, en orden, silencio y sentido penitencial.

Apliquemos este año nuestra estación de penitencia, conjuntamente por el derecho a la vida y, especialmente en este año sacerdotal, por las vocaciones sacerdotales. AMÉN